11 / 09 / 2025 | 3 mins de lectura
En su más reciente análisis sobre productividad laboral, Google lanzó una cifra que no pasó desapercibida: los trabajadores podrían ahorrar hasta 122 horas al año —el equivalente a tres semanas de trabajo— si adoptaran herramientas de inteligencia artificial para realizar tareas administrativas repetitivas. El dato proviene de una estimación global incluida en su informe “The Future of Work is Here”, que busca dimensionar el impacto de la IA generativa en el día a día laboral.
El cálculo se basa en funciones como la redacción de correos electrónicos, toma de notas en reuniones, programación de agendas, generación de informes, y otras tareas que, aunque esenciales, no requieren creatividad ni juicio estratégico. En promedio, estas actividades ocupan hasta el 10% del tiempo laboral anual en roles administrativos, ejecutivos o de gestión.
“La IA no reemplaza el trabajo significativo. Libera tiempo para que las personas lo hagan”, afirmó Kent Walker, presidente de Asuntos Globales de Google, durante la presentación del estudio.
El estudio además arrojó que los trabajadores no solo ahorraron tiempo: también reportaron sentirse más productivos, menos frustrados y con mayor capacidad para enfocarse en tareas de mayor valor agregado.
Pero el dato más revelador no fue el ahorro de tiempo, sino el motivo por el cual muchas personas no estaban usando estas herramientas. Dos tercios de los participantes no habían utilizado IA generativa antes del piloto. No por falta de acceso, sino por falta de claridad sobre si “estaba permitido”.
“Necesitábamos que alguien nos dijera que usar IA no era hacer trampa”, comentó una participante del estudio, funcionaria administrativa de 57 años.
Una vez recibido ese “permiso organizacional” y tras unas pocas horas de capacitación, el uso semanal de IA entre mujeres mayores de 55 años aumentó del 17% al 56%. El uso diario pasó del 9% al 29%. El hallazgo sugiere que la principal barrera para la adopción no es tecnológica, sino cultural.
En países como Estados Unidos o el Reino Unido, donde el uso de herramientas como Gemini, Copilot o Notion AI ya es parte de la rutina profesional en múltiples sectores, esa promesa de eficiencia suena creíble. Pero, ¿qué ocurre en América Latina?
Según una encuesta realizada por Buk a inicios de 2024 en empresas de Chile, Perú, Colombia y México, menos del 18% de las organizaciones reportaba usar IA generativa de forma activa en su operación diaria. Y entre quienes sí la usan, la mayoría se concentra en áreas como marketing o tecnología, no en funciones administrativas o de gestión de personas.
Expertos advierten además que la brecha no es solo tecnológica, también es cultural. La automatización de tareas administrativas exige rediseñar procesos, revisar roles y, sobre todo, redefinir qué es el valor agregado humano. Delegar a una IA la redacción de minutas o la preparación de un reporte semanal puede parecer una amenaza para algunas personas, pero para otras es una puerta abierta hacia el trabajo de mayor impacto.
“La clave no está en usar IA para hacer lo mismo más rápido, sino en usarla para que las personas hagan algo distinto y más valioso”, señala Valeria Ugalde, consultora en transformación digital en Ciudad de México.
Si el tiempo administrativo representa el 10% del esfuerzo laboral, su automatización controlada podría liberar horas clave para liderazgo, creatividad, innovación, o incluso descanso.